miércoles, 22 de julio de 2009

Oposición vs Oficialismo

Una de las cuestiones más difíciles de resolver en política es, sin lugar a dudas, el rol que deben jugar cada uno de sus actores. Si le preguntamos a un político si le es más fácil ser oposición u oficialismo, seguramente elegiría la primera como respuesta. Esto se debe a que resulta más sencillo oponerse a todo que defender las posiciones del proyecto que se representa .

Sería muy difícil encontrar en nuestra historia, sobre todo en su etapa contemporánea, oposiciones que hayan tenido un sesgo de razonables.

En la lucha por los espacios de poder, surge con frecuencia, que se interprete a la oposición como aquella postura que denoste todas las iniciativas del adversario, para así poder escalar posiciones que lleven al protagonista a lugares cada vez más importantes dentro de la actividad política.

De este modo se fueron generando poco a poco, los “anti” con que está plagada nuestra vida argentina. Es decir, fuimos morenistas o anti-morenistas, rosistas o anti-rosistas, yrigoyenistas o anti-yrigoyenistas, peronistas o anti-peronistas, pudiéndo el lector agregar a ésta lista todos los etcétera que se le pueda ocurrir.

La oposición surge de aquellos que no están de acuerdo o no comparten el pensamiento, las líneas de clarificación o las estrategias de los que ejercen el poder.

Lo importante es ser consiente que, a la hora de oponerse, no sólo se debe fijar la postura conforme a las sanas convicciones, sino que, además, se debe entregar una alternativa que cambie sustancialmente los argumentos del contrario reemplazando su propuesta. Para ello, tiene que existir una condición “sine quanum”, como es la de la honestidad política.

Los adelantos y cambios en la manera de razonar, que se han introducido en el comportamiento social ultimamente, nos llevan en la actualidad a constatar que aquellos que van comprendiendo las nuevas “formas”, comienzan paulatinamente, a lograr consenso en la población, más allá que en determinado momento les toque jugar el papel de opositores.

La gente mira y analiza no tan sólo al oficialismo, sino también la postura que va adoptando la oposición.

El pertenecer a determinado partido político, no obliga a nadie a no poder compartir aquellas ideas que, volcadas en la legislación, puedan mejorar nuestras condiciones de vida.

Como ejemplo podemos señalar la seguridad, la educación, el desempleo, los chicos de la calle, la droga dependencia, en fin, todos aquellos problemas cotidianos que requieren que se los tome como verdaderas cuestiones de estado.

Las banderas partidarias no se arrean cuando se está de acuerdo con el adversario, sino cuando no se le busca solución a las cuestiones cotidianas que van haciendo cada vez más infeliz al pueblo.

Les mando un fuerte abrazo peronista!!

Hasta la próxima

Mario