La doctrina peronista, dice el "Manual del Peronista", es el conjunto de ideas realizables que de acuerdo con nuestro medio económico, social, político y cultural, tienen los peronistas para que en un entendimiento mutuo, con una común manera de ver, pensar y actuar, puedan coordinar sus esfuerzos para la realización de dichas ideas.
La doctrina peronista es una creación viva, que puede evolucionar a base de hechos y de realizaciones, pero que no puede ser alterada ni renovada por hombres distanciados de la realidad y mucho menos por hombres rutinarios, egoístas, inhumanos.
La doctrina peronista no ha nacido de la vana contemplación de los hechos ni de la exaltación indebida de los méritos, sino de las posibilidades reales y de la verdadera evolución de esas posibilidades.
La doctrina peronista ha nacido para nuestro pueblo con el fin de prepararlo, disciplinarlo y jerarquizarlo en sus valores morales, en su acción individual y colectiva en bien de la Nación.
La doctrina peronista ha nacido para nuestro pueblo cuyos componentes no viven por vivir, sino que viven para mejorar su propia vida y la de los que en el mañana los substituirán, pueblo que se siente responsable, como Nación, ante las generaciones futuras.
La doctrina peronista ha nacido para nuestro pueblo como guía hacia la superación y como fortificante para sacudir y desprenderse del lastre indeseable, que mantenía el alma nacional en crisis y no dejaba elevar el nivel social de nuestro pueblo.
La doctrina peronista ha nacido para nuestro pueblo, capaz de creer, que sabe ya, por dolorosa experiencia, qué significan y dónde desembocan los gobiernos sin orientación y sin principios, actuantes a ciegas, por carecer de una doctrina basada en convencimientos que los guíe y les dé fuerzas para actuar.
Y, finalmente, la doctrina peronista ha nacido del General Perón, para bien de cada uno y de todos; para bien de la Patria.
Cabe al General Perón su creación, pero cabe al peronismo no solo la responsabilidad doctrinaria que tiende a la existencia de un alma nacional orientada hacia fines superiores, sino algo más grave y serio aún, que es su inculcación, cohesionada a los triunfos y sufrimientos comunes, vividos no con vanidad ni engaños sino en realidades tratadas objetivamente con verdad.
(Extraído de: Fuerzas Espirituales del Peronista. 1950. Años del Libertador General San Martín.)
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